Caprica se desprende de Galáctica con maestría

Como muchos ya sabréis, un spin-off es ese término inglés que se utiliza en el lenguaje narrativo para describir un producto derivado de otro, pero éstos no siempre son una labor fácil de crear. Estas producciones pueden sufrir por no superar las expectativas nacidas del presumible éxito y calidad que su serie madre había conseguido, así como por no aportar nada nuevo a la historia o por ser un encargo del canal demasiado forzado. Entre tanto derivado televisivo éste ha sido muchas veces el caso, pero no pasa lo mismo con Caprica, que consigue mezclar con astucia puntos clave haciéndonos recordar a Galáctica al tiempo que crea una trama muy diferenciable y disfrutable por su propio relato.
De hecho, los creadores Remi Aubuchon y Ronald D. Moore habían contemplado, en un primer momento, la ficción como algo totalmente independiente, pero al ver las cualidades que podría aportar el universo Battlestar Galáctica las aprovecharon y moldearon, construyendo una precuela 58 años antes de la destrucción de las 13 colonias.
A pesar de que conozcamos este universo y una de las familias protagonistas, todos los personajes son nuevos para nosotros así como un mundo que sólo conocíamos en ruinas y sin toda la tecnología y avances que ahora observamos.Como en la anterior, la historia comienza con un boom, y aunque no sea tan mortifero y enorme como el de la saga anterior, tiene un gran peso dramático para las dos familias principalmente envueltas en las tramas. Además, este golpe de efecto abre el camino para poder navegar por temas como el fanatismo religioso y la corrupción política que tanto le gustan a Moore y a sus espectadores. Los conflictos morales siempre han sido pieza angular y los principales personajes demuestran que recorrerán una serie de grises que los hace muy interesantes.
Destacando, entre ellos, al patriarca de la familia Graystone -interpretado por un siempre temible Eric Stolz-, desolado e inteligente empresario que verá en sus diseños de Cylon una manera con la que acabar con su dolor; y la hermana Clarice Willow- a la que da vida la manipuladora y genial Atia de Roma, Polly Walker– que tiene muchas cartas por mostrar y con mucho que decir en sus creencias, vitales para el desarrollo de las tramas.
Sin duda, el alzamiento del monoteismo (religión de los Cylons posteriores) va a ser una de las piezas claves del relato, uniéndose a los problemas causados por la creación de la inteligencia artificial. Incluso toman protagonismo otros aspectos clásico de la ciencia ficción como la realidad virtual y la clonación que pueden dar un juego exquisito mirados dese el punto de vista ético.
Por lo tanto, Caprica no solo es una serie que encantará a los fanáticos de una Galáctica por cuyo fin todavía lloramos y formará un puzzle con ella, sino que los nuevos espectadores también podrán disfrutarla sin miedo a perderse en referencias desconocidas y como una historia autocontenida que haga reflexionar mediante la semiótica sobre temas muchas veces no tan diferentes a los de nuestra Tierra. Nos mordemos las uñas por ver la serie, aunque tendremos que esperar todo un año… ¡Malditos programadores!
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