El sinsentido de La Caja Roja

Ayer Telecinco estrenaba tras muchos meses de anuncios La Caja Roja. Un programa sin demasiadas necesidades de producción, ya que no tiene presentador, ni decorados, ni público… tan sólo una silla, una gran cubo con pantallas a su alrededor y una persona con problemas, a ser posible, muy graves.
En su presentación nos mostraron a tres concursantes: Estefania, con fobia a las cucarachas; Javier, uno de los familiares afectados por el accidente de Spanair y Coral, maltratada por su ex pareja y su padre. A los tres, la voz de una psicóloga les preguntaba y les daba pautas a seguir, mientras distintas imágenes aparecían en las pantallas.
El programa que contaba con el efecto arrastre de AÍda funcionó bastante bien y se convirtió en el mejor estreno de esta temporada para Telecinco con un 22.9% y 1.358.000. Aparentemente este buen resultado se debe a la expectación del estreno, ya que La Caja Roja, según lo que mostró ayer, es un formato endeble y morboso. Al ver a esas tres personas allí, destrozadas, y sabiendo que eran reales, lo que más apetece es cambiar de canal o irse a dormir.
A diferencia del adictivo El Juego de tu vida, donde la realidad está más que ficcionada, La Caja Roja es un espacio duro y sinsentido, ya que con todos mis respetos, los traumas de las personas que ayer se expusieron delante de toda España se tratan en una consulta psicológica, a solas, en silencio y durante bastante tiempo, no en unos escuetos cincuenta minutos, amparados en el efecto de un bombardeo de imágenes.
Como en Telecinco no cesan de fluir las ideas, cada miércoles a las doce y media de la mañana los internautas podrán consultar los dudas, problemas, traumas a La Caja, que de esta manera se ha convertido un ente con vida.
Foto | Fórmula TV
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