Ryan Kwanten, Alexander Skarsgård y Stephen Moyer, los chicos sexies de True Blood (II)

Evidentemente, el australiano Ryan Kwanten poco tiene que ver con el descerebrado Jason Stackhouse. Nada que ver con el simple, juerguista y seductor personaje que, además carece de poderes sobrenaturales y no es un vampiro, lo que a priori, le hace ser un blanco muy fácil para las más diversas criaturas, sobre todo si son de sexo femenino.
Kwanten, por el contrario, aspira a ser un intectual. El australiano, de 33 años, creció en una casa en la playa en Sydney, le gusta leer filosofía, no tenía televisor, y ha pasado los19 años escribiendo una novela -290 páginas de un cuaderno que ha estado llevando alrededor desde que tenía 13 años-. A pesar de que tienen un físico bonito y que Alan Ball siempre intenta que esté sin camiseta, a él no le gusta hablar de esto y se considera más un yogi que un hombre de gimnasio. «Tenemos un maravilloso ordenador generador de efectos», dice con acento australiano. «Es mi cabeza en el cuerpo de otro».
Como sus compañeros de reparto, Stephen Moyer y Anna Paquin, el actor vive en Venice, California y su café favorito no se encuentra demasiado lejos de una playa llenas de chicos cachas. Lo que come le detala: «clara de hubo y carne de bufalo» y por las mañanas «pancakes y clara de huevo». Pero, parece que esto no le gusta hablar de lo que come y regresa a los temas de trabajo o actuación. A pesar de que se lleva bien con sus compañeros no sale con ellos y no es asíduo a los clubs nocturnos.
El chico se hizo famoso en Australia con veintipocos años, gracias al culebrón de prime time, Home and Away donde daba vida a un salvavidas. Después se fue a Los Ángeles de vacaciones y se quedó, paso un tiempo malviviendo hasta que consiguió pequeños papeles en televisión y consiguió un papel como un surfista australiano en Summerland y participó en la película Flicka donde Alan Ball se fijó en él y le pidió que hiciera el cásting para True Blood.
Al creador de la serie le encantó que no tuviera reparos en interpretar a un personaje «tonto» y en su mente no estaba al principio descamisarle a la mínima oportunidad, pero rodando el piloto se le encendió la luz. «Estoy cómodo con mi cuerpo. La mayoría de las veces la chica está más asustada con el escena que yo». Con respecto a Jason piensa que la pérdida de sus padres tan joven, ha hecho que careciera de una figura materna o alguien en quien apoyarse.
Ahora se encuentra escribiendo un libro de autoayuda, pero con ironía, «The G. Strategy». Un libro donde hay once pasos a seguir, uno más de los que proponen en los manuales de este tipo.
Tercera parte: Stephen Moyer (Bill Compton)
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