Víctor Ros, una serie con un planteamiento correcto

«Quien mucho abarca, poco aprieta» es un refrán que nos sirve para definir un poco lo que pasó con el estreno de «Las aventuras del capitán Alatriste» en Telecinco donde quisieron lanzarse a hacer una superproducción sin haber cuidado detalles básicos en cualquier serie que hacen que se sostenga y sea creíble para quienes la ven. Lo cierto es que la mayoría no somos expertos en historia, pero sí sabemos detectar los detalles que no concuerdan con lo que nos cuentan.
Precisamente Víctor Ros, que se estrenaba ayer en La 1 con casi tres millones de espectadores, comenzó la casa por los cimientos y se dedicó a ambientar correctamente el periodo histórico, a contarnos una trama bien elaborada y a conformar un reparto con buenos actores. Todo esto hizo que los defectos en los que incurría, básicamente los derivados de la falta de presupuesto para rodar en exteriores y del uso del chroma, no influyeran para seguir lo que no estaban contando y mostrando.
Carles Francino encabeza esta miniserie de seis capítulos y da vida a un Víctor Ros solvente. Un policía del siglo XIX que estaba más próximo a los avances científicos que a las armas. Le acompaña en sus investigaciones Luis Blázquez, al que da vida Tomás del Estal, una pareja que a los seguidores de la serie de Antena 3 «Bandolera» les sonará porque allí Francino y del Estal interpretaban a dos guardias civiles. Al igual que ocurría en el serial diario protagonizado por Marta Hazas, en Víctor Ros también se percibe la química entre ambos.
Una serie de planteamiento correcto que no va más allá técnicamente de lo que puede abarcar y que basa su fuerza en sus historias y personajesPor supuesto, un joven y apuesto protagonista debe tener intereses amorosos. Esta parte la cumplen: Esmeralda Moya, que es Clara, la hija de un aristócrata, y Megan Montaner, que es Lola, la valenciana, una joven prostituta. Si a Clara la conocemos debido al primer caso que resuelve Ros; Lola forma parte de la trama horizontal de la ficción que persigue a un asesino de prostitutas -al que se le compara con Jack el destripador. Se podría decir de la primera que realizó una interpretación floja y de la segunda que estuvo correcta.
En varios momentos, por ejemplo con los conocimientos teatrales de la época que despliega el protagonista, recordó a Laura Lebrel y en cierto modo, comparte el espíritu de «Los misterios de Laura»: una serie de planteamiento correcto que no va más allá técnicamente de lo que puede abarcar y que basa su fuerza en sus historias y personajes. Esto se convierte en una decisión acertada cuando no se puede afrontar los rodajes de HBO, por citar a una cadena de la que últimamente se habla mucho.
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